Chihuahua— “Ya me dieron...”, le dijo Miguel Etzel Maldonado por teléfono a su compadre, Héctor Neyra, con quien hablaba por celular cuando le dispararon varios balazos, que lo hicieron desplomarse y caer al suelo retorciéndose del dolor, pero sin perder la conciencia.
“Te juro mi’ja que yo no ando mal...”, alcanzó a decirle a su esposa, María Elena González, quien salió de su casa momentos después con la preocupación de las detonaciones escuchadas.
Fue una de sus últimas expresiones antes de entrar en shock por las hemorragias que provocaron las balas en el tórax, el abdomen, en un brazo y una pierna. Ocho orificios de entrada y otros tantos de salida en total, según la necropsia.
El político chihuahuense priista, que había ocupado cargos públicos y partidistas por montones, había comi