Qué poder de convicción hay que tener para rechazar una orden y hacer lo opuesto en cuestión de décimas de segundo.

Eso hizo el domingo Colapinto con Gasly cuando lo adelantó, a pesar de que por radio los ingenieros le indicaban lo contrario.

El francés también jugó su parte: de haber querido, podría haberlo tocado y, al desplazarlo, que fuera lo que Dios quisiera. Caballero y amigo, indudablemente.

Consciente de la situación y con menos caucho que Franco, terminó cediendo y corrió con la mala fortuna de que Bortoleto le hiciera a él lo que el equipo suponía que le pasaría al argentino.

Redondeando: si el auto 43 obedecía, terminaba detrás del otro sudamericano; pero al no hacerlo, evitó eso y promovió que Gasly lo sufriera.

Jugada maestra, rápida decisión tomada en soledad desde el h

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