Según Panceta, no había mañana en que no recibiese alguna carta . La mayor parte provenía de discípulos pertenecientes a diversas ramas del saber que solicitaban su consejo ante problemas abstrusos. Asimismo una cantidad considerable era enviada por mujeres que, arrobadas, le declaraban su amor, aun sin conocerlo personalmente.

Concentrado en cuestiones científicas esenciales, solía desechar estas propuestas femeninas. Pero de vez en cuando accedía a concretar una cita galante con alguna de sus flechadas, confiando en el azar y entregado al hechizo que implican la sorpresa y lo desconocido.

El mismo día en que cumplió treinta años recibió cierta misiva… Un sobre rosa, con perfume de violetas. El remitente sólo consignaba: Rosaura, avenida Melián tal número, Buenos Aires .

La letra, en

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