Durante unos días he tenido la oportunidad de visitar la residencia de personas mayores del Hogar San José de Teruel, tan maravillosamente gestionada por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. En todas las ocasiones, cuando me disponía a salir, dos residentes se acercaban y se despedían con mucho afecto: uno de ellos con un “buenos días” y otro con un “hasta mañana”. Ambos me miraban con una expresión limpia y honesta, y con la seguridad de que deseaban volver a verme al día siguiente.

En esas visitas, la memoria se ha activado y me ha hecho recordar cómo mi madre solía ir casi a diario a darle de comer a mi tía Rosa, una hermana de mi abuela que se quedó viuda muy joven y cuyo único hijo -mi padrino- murió en un accidente de coche cuando iba a trabajar. ¡Qué pena! No tendría más de

See Full Page