Cuando Verónica Chafrat se enfrentó por primera vez a su diagnóstico, la sorpresa la dejó paralizada: carcinoma invasor triple negativo . Lo que parecía solo un bultito en el pecho, una molestia leve por el roce del corpiño, se perfilaba ahora como un horizonte de infinitos tratamientos médicos. Pero aprendió pronto que ninguna resistencia que opusiera iba a modificar los pronósticos de su salud y que, en cambio, sí podía hacer la diferencia con una actitud positiva y con la decisión de actuar rápido para ganar un tiempo valioso en su lucha contra el cáncer de mama.
Quizás por su formación en biología o genética, o quizás por su rutina disciplinada vinculada a la meditación, la buena alimentación y el ejercicio, Verónica siempre se tomó los chequeos médicos muy en serio. Sin embargo, en