Randy Arozarena no necesitó de un bate o guante para conquistar al beisbol.
Su pasado guarda varias anécdotas que construyeron su personalidad y esa forma en cómo se desenvuelve a la hora de pararse en el diamante, como aquella que cuenta que recorrió 270 kilómetros en el mar, a bordo de una balsa, para dejar su natal Cuba y comenzar una nueva vida en Isla Mujeres, México.
O la que relata como probó suerte en el futbol, el atletismo y la gimnasia, inclinándose al final por el beisbol, ese deporte que ya lo llevó a una Serie Mundial en 2020 con los Rays de Tampa Bay y busca su segundo pase al Clásico de Otoño 2025 con los Mariners de Seattle.
"Randy era un derroche de virtudes y vinieron todas las organizaciones a verlo y me acuerdo de sus primeros parámetros que yo le puse, yo pronostiq