Andorra amaneció el domingo con olor a fin de temporada. Las montañas, teñidas de otoño, sirvieron de decorado para la última función del año, un escenario simbólico donde Tadej Pogacar bajó el telón con su sonrisa habitual y el brillo tranquilo del que ha vuelto a tocar el cielo.
El esloveno, aún con el pulso de las grandes gestas recientes, disfrutó de una cita distinta junto a Roglic, Vingegaard y Del Toro , un cuarteto que nunca antes había coincidido en competición. Sin la presión reciente, solo ciclismo y aire puro. “con los mejores siempre gusta”, confiesa alguien consciente de haber tejido otro año de leyenda, pero con la mirada ya puesta en lo que viene. El líder del UAE habla en MARCA con la naturalidad de quien sabe que incluso la perfección puede mejorarse.
Pregunta. ¿C