Las lluvias de la semana pasada en la ciudad nos afectaron a todos, pero, no a todos nos afectaron igual. Los menos perjudicados padecimos un tráfico más pesado de lo habitual, mayor tiempo invertido para llegar a nuestro destino o incluso la imposibilidad de hacerlo. Los más afectados, en cambio, sufrieron pérdidas materiales significativas o algo aún más trágico: la vida misma. Aun así, teniendo conocimiento de todo ello, a veces cuesta trabajo ponerse en los zapatos de los demás.

Eran las cinco y media de la mañana de hace una semana. Me estaba bañando con agua caliente después de haber dormido cómodamente toda la noche. En casa todos dormimos de manera tan apacible que ni siquiera advertimos que había llovido toda la noche. Inmerso en una gran nube de vapor me encontraba meditando a l

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