En el circo político que adora Donald Trump, donde los tuits son balones y las ciudades demócratas son porterías enemigas, el emperador ha vuelto a patear el balón del Mundial 2026, pero con la gracia de un elefante en una cristalería.
Redacción LTH
Trump amenazó el mes pasado con desterrar los partidos del Mundial programados en San Francisco y Seattle, si no se pliegan a sus cruzadas antiinmigrantes y anticrimen. Y la semana pasada, el show continuó con Boston y su alcaldesa demócrata Michelle Wu en la mira: «Llamaré directamente a Gianni Infantino», fanfarroneó, como si el jefe de la FIFA fuera su mascota obediente.
Con ínfulas de emperador
Imagínense: el hombre que erigió muros invisibles contra los «extranjeros malvados», ahora quiere reorganizar el torneo más global del planeta.