El 27 de mayo de 2025, Daniel fue al buzón a buscar el correo, como era costumbre. Minutos después, subió las escaleras corriendo con un sobre en la mano y una felicidad que no podía ocultar. Abrió la puerta del apartamento y gritó: “¡Papá, por fin llegó la cita de inmigración!”. Andrés, su padre, se llevó las manos a la cabeza y, con angustia, le dijo: “¡Ay, por Dios hijo, esa no es una buena noticia en este momento!”. Aquella carta, que por años soñaron recibir, se convirtió, de pronto, en una pesadilla.

Andrés y Laura (cuyos nombres y los de sus hijos han sido cambiados por pedido de los involucrados para proteger su identidad) llegaron desde Colombia a Estados Unidos en 2014 con su hijo, Daniel, quien entonces tenía seis años. La familia decidió migrar por La situación de violencia y

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