La sesión terminó y la mediadora fijó una nueva fecha y hora para continuar el proceso. Pero Constanza salió del centro con la sensación de haber retrocedido. Ese mismo día llegó a nosotras y, todavía temblando, preguntó: “¿Y si no quiero mediar?”. Nadie le había dicho que también tenía derecho a decir que no.
Su historia no es única. La ley obliga a mediar ciertas materias antes de demandar —alimentos, cuidado personal y régimen de relación directa y regular—, pero pocas veces se pregunta si las partes están realmente en condiciones de hacerlo. Y también existen casos en los que mediar está derechamente prohibido: violencia intrafamiliar, maltrato de niños, niñas o adolescentes, adopción, interdicción o cualquier asunto que afecte el estado civil de las personas.
La ley nos pide dialoga