Los ciudadanos nos mostramos cada vez más desencantados ante la creciente polarización ideológica en nuestras sociedades. La polarización ideológica se acompaña a menudo de poralizaciòn afectiva, que podríamos describir como el disgusto emocional que nos producen aquellos que percibimos ideológicamente alejados de nosotros, a los que planteamos una enmienda a su totalidad.
Aunque hay debate, muchos autores coinciden en señalar a los políticos como causantes de esta polarización afectiva, alimentada por una competición partidista crispada en la que parece difícil encontrar espacios para el acuerdo. Son tiempos de política maniquea y peligrosa. Para muchos, la política se está convirtiendo en un asunto triste.
Los políticos y políticas también lo sufren. Aunque la investigación al respecto