En distintas ciudades de Colombia, varios jóvenes han hecho fila frente a un dispositivo metálico que parece sacado de una película futurista. Lo hacen por una razón sencilla: recibir una recompensa en criptomonedas a cambio de que una máquina escanee el iris de sus ojos.

A muchos los motiva la curiosidad, novedad o promesa de obtener cerca de 100.000 pesos por unos segundos frente a una cámara. A otros, la necesidad. En tiempos donde todo puede tener precio, incluso el dato más íntimo del cuerpo, el que distingue a una persona entre millones, se convierte en un bien negociable.

Pese a lo que algunos creen, nadie está ‘vendiendo el ojo’ ni parte de su cuerpo. Lo que se entrega es información biométrica, el patrón del iris, una estructura que rodea la pupila y cuya forma y color son único

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