¡Todo lo quieren ya! No porque sean impacientes, sino porque el mundo los programó así. Los adolescentes de hoy pueden pasar tres horas viendo videos en TikTok, pero apenas soportan quince minutos de clase sin mirar el celular o bostezar. Si la comida familiar se alarga, se van al baño —con el teléfono, claro—. Esperar se volvió insoportable, y lo trágico es que nadie les enseñó cómo hacerlo.

Todos los días nos enfrentamos al consumo digital fragmentado (concepto científico). El cerebro adolescente, moldeado por estímulos cortos y brillantes, libera dopamina cada vez que algo nuevo aparece en pantalla (Infobae, 2025). Esa chispa de placer inmediato reprograma la atención, la hace volátil, ansiosa, adicta a la gratificación instantánea. “La atención se construye con tiempo, emoción y propó

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