Setenta años después de que las mujeres mexicanas obtuvieron el derecho al voto, el país es sin lugar a dudas distinto. Hoy, México tiene —por primera vez en su historia— una mujer presidenta de la República, además de gobernadoras, alcaldesas, ministras y legisladoras en cuyas manos está el tomar decisiones en todos los niveles.

Aquella reforma de 1953, que reconoció la ciudadanía plena de más de 13 millones de mujeres, no solo amplió el padrón electoral: redefinió la noción de poder y de democracia.

En siete décadas, el mapa político del país cambió radicalmente. De la ausencia casi total en los espacios de representación, las mujeres pasaron a ocupar la mitad de los asientos en el Congreso, a dirigir instituciones, universidades, partidos y dependencias, pero ese camino no fue sencill

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