Los titulares de los diarios de Buenos Aires, Argentina y del mundo relataron, un 21 de octubre de 1988, un accidente que podría catalogarse como una serie de hechos desafortunados.
Lo que comenzó como una mañana tranquila en el barrio porteño de Caballito, terminó en tragedia. La caída de un perro caniche desde un piso 13 desencadenó, directa o indirectamente, la muerte de tres vecinos que nada tenían que ver entre sí.
Tres décadas atrás, en la esquina de la avenida Rivadavia y la calle Morelos, Cachy, el caniche de una familia de apellido Montoya, estaba jugando en el balcón del departamento de sus dueños, cuando de pronto, sin saber cómo, atravesó un hueco de la baranda y cayó al vacío. Con tanta mala suerte, que debajo suyo estaba Marta Espina, de 75 años.
La mujer caminaba por la i