Nicolás Sarkozy ingresó ayer en prisión tras hacerse firme la condena a cinco años por financiación ilegal de la campaña que le llevó a la presidencia francesa. El procedimiento está rodeado de polémica y de los consiguientes debates que, en los términos en los que se despliegan, no aminoran el daño reputacional que la democracia padece por las polémicas y la percepción que recibe la opinión pública. Entre los citados debates, el propio procedimiento judicial francés, que, una vez presentado recurso al encarcelamiento que se materalizó ayer, devuelve al expresidente la condición de presunto inocente. Esto conlleva la contradicción de mantener en prisión a quien procedimientalmente es de nuevo inocente. Difícil de explicar a la ciudadanía. Se suma el pulso político que acompaña a la interpr

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