Además de la falta de acceso escolar y el trabajo infantil, los niños migrantes venezolanos en Trinidad y Tobago sufren graves consecuencias emocionales. Según la psicóloga Livia Rincón en un informe de la Organización Internacional para Migraciones (OIM), muchos padecen ansiedad, pesadillas y temor a ser separados de sus familias, como parte de las secuelas de la migración forzada.
Según el informe, los niños venezolanos son vistos en situación de calle en la zona del sur de ese país, junto a un adulto o incluso alquilados por sus padres por un monto de 50 dólares. Explican que la migración a través del mar desde Tucupita, capital de Delta Amacuro, hasta Icacos, deja huellas psicológicas profundas, y la falta de acceso a la educación formal los vuelve más vulnerables a la explotación.
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TANE TANAE

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