El Día del Médico es una ocasión para reconocer y agradecer la vocación de quienes dedican su vida al cuidado de la salud y la dignidad humana.

Ser médico no es solo ejercer una profesión, sino poner la ciencia al servicio del bien, acompañar el sufrimiento, aliviar el dolor y sostener la esperanza. En cada gesto de atención, el médico se convierte en instrumento de vida y de consuelo, especialmente en los momentos más frágiles de la persona. Su entrega cotidiana, muchas veces silenciosa y sacrificial, es un signo profundo de humanidad y servicio.

Hoy agradecemos su esfuerzo, su preparación constante, su sensibilidad y su capacidad de escuchar. Pedimos a Dios que fortalezca su vocación, los llene de sabiduría, paciencia y caridad, y los recompense por su dedicación a los enfermos y a los

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