El Día de Muertos en México es una celebración que honra a los difuntos y permite que sus almas regresen para convivir con sus seres queridos. Esta festividad se lleva a cabo el 1 y 2 de noviembre y se caracteriza por la creación de altares u ofrendas que rinden homenaje a los fallecidos con alimentos, bebidas y elementos simbólicos. La ofrenda es el corazón de esta celebración, donde se colocan platillos y objetos que eran del agrado del difunto. Se cree que, tras estos días, los alimentos pierden su sabor, ya que se considera que los muertos han disfrutado de ellos.

La tradición tiene raíces profundas en las costumbres prehispánicas, donde los nahuas realizaban rituales de ofrenda para honrar a sus ancestros. Con la llegada de los colonizadores, estas prácticas se fusionaron con festividades católicas, como el Día de Todos los Santos, creando una celebración única que perdura hasta nuestros días. El sociólogo José Eric Mendoza Luján destaca que, a pesar de la influencia cristiana, las tradiciones locales han mantenido su esencia, adaptándose a las creencias y costumbres de cada región. Así, el 1 de noviembre se dedica a los "muertos chiquitos" y el 2 a los "muertos grandes", reflejando la diversidad cultural de México.

Los altares de muertos están compuestos por diversos elementos con significados profundos. El agua se coloca para saciar la sed de los muertos tras su largo viaje, simbolizando la pureza del alma. El pan de muerto, que varía en forma y decoración según la región, representa la conexión entre los vivos y los muertos. Las calaveras de azúcar son un recordatorio de la muerte y la celebración de la vida, mientras que las flores de cempasúchil guían a los espíritus hacia el altar.

Los rituales asociados al altar son variados y reflejan la rica herencia cultural de México. Se colocan juguetes y dulces para los niños fallecidos, además de incienso y veladoras, que simbolizan la luz y la guía para las almas. Las veladoras se disponen en representación de cada difunto, y en algunas ocasiones se utilizan ceras moradas como señal de duelo. También se colocan cruces o imágenes de santos para proteger los elementos del altar. En algunas comunidades, se realizan ofrendas especiales para las almas olvidadas, asegurando que todos los difuntos sean recordados y honrados.

La colocación del altar varía según las creencias y tradiciones locales. Generalmente, se inicia el 28 de octubre para honrar a los difuntos que han fallecido en accidentes, mientras que el 31 de octubre se dedica a los niños. El 1 de noviembre se recuerda a los adultos, y en algunas regiones, el altar se prepara la mañana del 1 de noviembre, aunque es más común que esté listo para la noche, justo antes de que los niños salgan a pedir dulces. Durante estos días, muchas familias mantienen las puertas de sus casas abiertas, permitiendo que las almas de los difuntos ingresen y compartan con sus seres queridos. La tradición ha evolucionado, y algunas personas optan por colocar el altar desde el 27 de octubre, creyendo que sus mascotas también regresan en esta fecha.

El Día de Muertos ha inspirado películas como ‘Coco’ y ha influido en el arte de numerosos artistas. El 2 de noviembre, se celebra en la Ciudad de México un desfile que recorre la avenida Paseo de la Reforma hasta el Zócalo, donde se pueden observar enormes calaveras, carros alegóricos y las populares "Catrinas", mujeres maquilladas como este icónico personaje. Durante esta festividad, las familias suelen reunirse alrededor de las tumbas de sus seres queridos, llevando el plato favorito del difunto y cantando sus canciones predilectas, lo que refuerza el sentido de comunidad y memoria en esta celebración tan significativa.