MIAMI .- El lunes 24 de agosto de 1992, un enorme huracán desató su furia sobre Miami-Dade. La aplanadora llamada Andrew , con vientos de 165 millas o más por hora, unos 265 km/h, amenazó el centro de la ciudad y a última hora hizo un pequeño giro para desatar su fuerza sobre la zona sur del condado floridano, donde destruyó 63.000 viviendas, dañó parcialmente 100.000 y causó la muerte a 65 personas, así como heridas a cientos.

El centro de la ciudad fue embestido con vientos de 115 millas por hora, 185 km/h, y pequeños tornados. Grandes ventanales de rascacielos cayeron a las calles, arboledas fueron reducidas a escombros, techos de casas fueron dañados y en unos minutos la ciudad, con sus zonas adyacentes, dejó de ser una urbe del llamado primer mundo, sumida en el caos de la su

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