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¿Cómo estás? Yo llevo días dándole vueltas a un evento, concretamente a uno de esos eventos que tiene muchísima repercusión mediática sin que entendamos bien por qué: el desfile anual de Victoria's Secret, la marca de lencería. Desde hace no sé cuántísimo, la empresa organiza una pasarela anual para que un montón de modelos luzcan sus nuevos diseños cargadas con unas alas que se han convertido en una de las señas del desfile. De ahí el nombre de los 'ángeles' de Victoria's Secret y el anhelo de muchas modelos ( y de muchas chicas) de conseguir ser un 'ángel'.

Este año he visto cómo la marca presumía de diversidad. Diversidad porque en el desflile estaba una de sus modelos insigna, Adriana Lima, 'a pesar' de que ya tienen 44 años. Diversidad porque había una modelo 'de talla grande', otra embarazada de casi 9 meses, una deportista con más curvas que el resto... Lo cierto es que el ejército de mujeres que desfilaron tenían cuerpos delgados, tersos, fuertes, no había una arruga, una celulitis, una piel de naranja, un lipedema, una barriga, un michelín, una teta caída, un pelo, una mancha...

Vender ese desflie como una normalidad diversa es insultante, también dañino. Los trastornos de la alimentación crecen, y sabemos que los problemas de autoimagen tienen mucho que ver con el empeoramiento de la salud mental de la gente joven, y no tan joven. Mientras, el canon de belleza sigue siendo una cosa imposible y estricta. El desfile de Victoria's Secret es solo un ejemplo más pero, desde luego, un ejemplo con un eco mediático descomunal, también en redes sociales.

Claro que hay mujeres así de delgadas, pero ya no se trata solo de la delgadez. Es evidente que detrás de esos cuerpos y de esas caras hay un trabajo constante, una ingente cantidad de tiempo, energía y dinero puesta en cosmética, aparatología, entrenamientos, nutrición, tratamientos, operaciones. No hablamos de una delgadez natural, hablamos de hacer pasar por natural cuerpos y caras absolutamente esculpidos y tras los que no hay vidas normales.

Cuando hablé de esto en mi cuenta de Instagram, me escribieron varias mujeres. Una de ellas me contaba que esa misma mañana, después de ver todo aquello, se había sentido culpable por comerse unas galletas de sus hijos. Otra recordaba que su adolescencia había estado marcada por esos desfiles, que la reforzaban en su bulimia. Otra de ellas también me relataba que, cuando era muy joven, ver a esas mujeres servía a gente de su alrededor, incluso de su familia, para 'alentarla' a que adelgazara, a pesar de que ella nunca ha tenido problemas de sobrepeso. 

Por cierto, en 2020 The New York Times  publicó una investigación  en la que hablaba de las prácticas misóginas y abusivas que se habían dado dentro de Victoria's Secret. El periódico contaba cómo uno de los ejecutivos había sido señalado repetidamente por intentar besar a modelos, hacerles que se sentaran en su regazo o pedirles sus números de teléfono mientras ellas estaban en bragas y sujetador. También hablaba de sus vínculos con Epstein, que al parecer él aprovechaba para engañar y asaltar a mujeres con la excusa de que modelar o posar para él las podría llevar a trabajar para la marca. 

Hacernos sentir mal con nuestros cuerpos es una gran estrategia para que no nos sintamos merecedoras de nada. Utilizar una marca como tapadera de 'lo empoderador'

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Unos libros

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Y hasta aquí, el boletín de hoy. Nos 'vemos' la próxima semana.

Ana