“Mientras más conozco a los políticos actuales, más admiro a Rómulo Betancourt”.

Anónimo Piccolo Veneziano.

Es harto conocido -y poco emulado- que Rómulo Betancourt, luego de su segunda presidencia (1959-1964), se retiró por un tiempo a la ciudad de Berna, capital de la Confederación Suiza, uno de los conglomerados humanos más fastidioso que ha engendrado el aburrimiento humano. No existían, entonces, las tan vilipendiadas redes sociales , si acaso el teléfono umbilical, o el télex, y las noticias familiares por correo llegaban cuando los jóvenes recién casados ya se habían divorciado, o los muertos regresado de la parranda más vivos que nunca. Era, probablemente, lo más cercano a enterrarse en un monasterio budista. Pero, en fin, eran tiempos cuando los políticos usaban traje y corbat

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