Los manglares vuelven a respirar. En la vasta Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro —un lugar asfixiado durante décadas por el plástico—, las mareas vuelven a ondular entre raíces que antes estaban sepultadas bajo la basura. Las garzas se posan donde antes flotaban botellas, y destellos rosados —el regreso del espátula rosada— cruzan la luz de la mañana.
Esta silenciosa resurrección es obra de pescadores, recolectores de cangrejos y familias indígenas que se autodenominan Guardianes del Mar . Sus herramientas son guantes, bolsas y terquedad. Su recompensa: el sonido del agua moviéndose libre otra vez.
Donde la limpieza se convierte en renacimiento
En el municipio de Guapimirim , el último manglar intacto de la bahía se ha convertido en un caso ejemplar de recuperación. La ONG Guard

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