Al llegar al puesto de la Patrulla Fronteriza en Laredo , sus síntomas eran confusos: cansancio extremo, piel pálida, respiración entrecortada. Los médicos contratados por el gobierno la examinaron en menos de ocho minutos. Diálisis. Necesitaba diálisis. Pero no había camas disponibles. Ni protocolos claros para casos como el suyo.

Horas después, en una patrulla marcada con el emblema de la CBP , fue trasladada al Doctors Hospital de Laredo . Allí, los doctores confirmaron lo que ya sospechaban: una enfermedad renal crónica, diagnosticada antes de su viaje, pero sin tratamiento continuo desde que dejó Cuba. Su madre, que la acompañaba en el viaje, lloraba en un rincón del pasillo, sin entender bien el inglés, sin saber que su hija era ahora un caso administrativo.

El traslado a Me

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