El aire se volvió denso, como cuando el viento se detiene antes de la tormenta. Egor Demin, el novato de 19 años con mirada de quien no conoce el miedo, lanzó desde la esquina y lo metió. “121-120” . Nadie se sentó. Nadie respiró.
Los Cavaliers, sin embargo, no se descompusieron. Donovan Mitchell, con 10 de 15 en tiros de campo y una serenidad que parecía sacada de otro tiempo, no buscó el heroísmo. Buscó el control. Perdió el balón en la siguiente jugada, pero el error fue solo un espejismo. Los Nets fallaron tres tiros consecutivos en menos de 90 segundos —dos de ellos desde distancias cortas, donde normalmente encestan con los ojos cerrados— y Cleveland aprovechó cada rebote, cada falta, cada segundo de confusión.
Sam Merrill, el guardia que casi nadie mencionaba antes del partido,

El Diario de Sonora

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