CDMX. En medio de la cuenta regresiva hacia la revisión del T-MEC, México llega con una debilidad que lo vuelve más vulnerable que nunca frente a sus socios comerciales: su dependencia del gas natural y de los combustibles provenientes de Estados Unidos. Esa relación energética, que durante años funcionó como un soporte para el crecimiento industrial, hoy se convierte en un punto de presión que reduce su margen de negociación.
La aspiración de autosuficiencia energética ha sido uno de los discursos más insistentes del gobierno mexicano. Sin embargo, los datos revelan lo contrario. Alrededor del 70% del gas natural que se consume en el país proviene de importación, principalmente de ductos que cruzan la frontera con Texas. En el caso de las gasolinas, la dependencia de los suministros var

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