“Al principio, desconfiaba. Cuando vi las primeras convocatorias de manifestaciones en Marruecos me reuní con varios amigos para comentarlo. ¿De dónde sale todo esto? ¿De verdad se van a atrever? ¿Va a salir tanta gente a las calles? Era algo increíble”. Así recuerda Houda Abouz (Khemisset, Marruecos, 1996) su primera reacción a las protestas que estallaron en su país el pasado mes de septiembre. La joven de menos de 30 años responde a las preguntas de elDiario.es sin dejar de contestar mensajes en su móvil. El ritmo es frenético y pide disculpas en varias ocasiones por interrumpir la entrevista en un moderno café del centro de Casablanca. “Tengo que coger esta llamada, es un familiar de un chico detenido hace dos semanas que está todavía en la cárcel. Es diabético y su salud ha empeorado mucho en este tiempo”, explica.
Abouz, más conocida por su nombre artístico, ‘Khtek’ ('tu hermana', en dialecto marroquí, en el que tiene un cariz misógino y peyorativo) fue una de las primeras figuras relevantes del país en posicionarse públicamente del lado de los manifestantes de la ‘Generación Z’. “Me considero desde siempre una militante por los derechos de las mujeres, por los derechos humanos y por las libertades. Y estos jóvenes son un ejemplo para todo el país. Se han organizado a través de nuevas herramientas, tienen demandas legítimas que siguen lo dictado por la Constitución y los discursos del Gobierno. Solo exigen que se cumpla con lo prometido y que haya mejoras en sanidad, educación y libertad de expresión. Pero lamentablemente muchos van a pasar en la cárcel una larga temporada”.
Estos jóvenes son un ejemplo para todo el país. Solo exigen que se cumpla con lo prometido y que haya mejoras en sanidad, educación y libertad de expresión. Pero lamentablemente muchos van a pasar en la cárcel una larga temporada
La suya no es una voz cualquiera. Graduada en cine por la Universidad pública Abdelmalek Essaâdi de Tetuán, es una de las raperas más famosas de Marruecos: en 2020, fue incluida por la BBC en su lista de las cien mujeres más influyentes; en 2024, ganó el premio a mejor artista femenina de hip-hop en árabe de la prestigiosa revista musical Billboard . Su perfil en Instagram roza el medio millón de seguidores, supera los 140.000 en TikTok y los 190.000 en YouTube.
“Cuando vi todas esas detenciones, no lo dudé ni un momento y decidí utilizar esta plataforma como altavoz para apoyar las movilizaciones y exigir la liberación de todos los detenidos”, recuerda. En un vídeo de TikTok, con el mensaje #FREEKOULCHI ('libertad para todos', uno de los lemas del movimiento GenZ212), la artista se preguntaba si tenía lógica tal nivel de represión contra una generación que expresaba pacíficamente unas demandas sociales legítimas. “Se hizo viral enseguida”.

Enlace entre detenidos, abogados y familias
Las primeras manifestaciones pillaron a Abouz en París, donde llevaba tres meses trabajando en nuevos proyectos musicales, pero al tercer día de protestas, represión y violencia policial , regresó a Casablanca. Ha acabado convertida en una especie de enlace entre abogados y familiares de jóvenes detenidos que llevan semanas en prisión preventiva o, incluso, de manifestantes que han salido en libertad bajo fianza pero se enfrentan a duras penas de prisión. “Tengo a más de 40 conocidos que han pasado por comisaría o que tienen una causa judicial abierta por participar en las protestas”, lamenta.
“Lo primero que noté fue una gran falta de información sobre los detenidos en prisión preventiva y una total falta de coordinación entre los abogados que los atendían y los familiares de los arrestados”, dice. Por eso, junto a otros amigos, está empleando sus redes sociales para paliar esa situación. “Conseguía las listas de los abogados de los detenidos y las publicaba en mis redes para que quien las viera pudiera contactarme. También escribía a la gente que publicaba sobre arrestos de conocidos o familiares, un día u otro, en una ciudad o en otra. Y así podía intentar localizar a su familia”. “Si así se consigue que, al menos, una pena de diez años de prisión acabe en una de ocho, para mí significa mucho y para ellos y sus familias es un logro”, reconoce.
Si así se consigue que, al menos, una pena de diez años de prisión acabe en una de ocho, para mí significa mucho y para ellos y sus familias es un logro
El caso que le toca más de cerca y por el que notó esa falta de información es el de su amigo y también conocido rapero Hamza Raid , detenido en dos ocasiones. “La primera vez, lo soltaron enseguida, sin cargos. Pero a los dos días volvieron a detenerlo, junto a otro compañero, cuando intentaba volver a casa tras una de las manifestaciones. Su detención fue grabada y tuvo mucho impacto en medios y redes sociales, y eso le ha complicado mucho las cosas”. “Su caso es un ejemplo de la falta de libertad de expresión en Marruecos. A todos los detenidos los soltaron ese mismo día, pero él pasó 48 horas en custodia policial y tuvo que declarar en el juzgado”, explica.
Según Abouz, su amigo Raid puede enfrentarse a una pena de cárcel de entre un mes y cinco años y a una multa de 11.000 euros. “Es el equivalente a un año de salario de un trabajador muy bien pagado en Marruecos”, ilustra la artista. “Y todo se basa en una publicación en Instagram con las convocatorias de nuevas manifestaciones en la que decía que la represión de estos días, tarde o temprano, le puede afectar a cualquiera”, expone. “Lo que le imputan es serio: no solo la participación en una protesta no armada, sino también la instigación a cometer delitos u ofensas mediante canales electrónicos”.

Choque generacional
A Raid le hubiera gustado hablar con elDiario.es sobre su caso, pero como tantos detenidos en las protestas y sus familiares, prefiere ser cauteloso con la prensa hasta que su situación judicial se aclare. Abouz, en cambio, cree que la presión mediática es fundamental para que los procesos judiciales contra más de 400 jóvenes se conozcan dentro y fuera de Marruecos, pero entiende a los que no lo ven así. “Es un gran choque generacional. Muchos jóvenes con los que estoy en contacto quieren hablar, denunciar la situación y que haya presión mediática dentro y fuera del país. Pero sus padres han crecido con el miedo a expresarse y están impidiendo que sus hijos levanten la voz, creen que es lo mejor para ellos”.
“Lo entiendo, porque mi background político es diferente, sobre todo, gracias al ejemplo de mi familia”, sostiene la rapera. Su padre es abogado y milita en la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y el sindicato Union Marocaine du Travail (UMT). “He crecido viéndole pelear por la verdad y por las libertades”, incide. Por eso, ella participó en las protestas sociales del Movimiento 20 de febrero, que estuvo detrás de las movilizaciones que surgieron al calor de las revueltas árabes en 2011. Abouz tenía solo 15 años, pero fue parte activa de las protestas dentro de la Unión de Estudiantes por el Cambio en el Sistema Educativo.
Muchos jóvenes con los que estoy en contacto quieren hablar, denunciar la situación y que haya presión mediática dentro y fuera del país. Pero sus padres han crecido con el miedo a expresarse y están impidiendo que sus hijos levanten la voz
“Lo que vi no es muy diferente a lo que ha pasado ahora. Vivimos una gran represión contra la gente que salía a la calle a pedir demandas básicas como educación, sanidad o libertad de expresión”. En aquel entonces, el contexto internacional llevó al rey Mohamed VI a dar un giro en su estrategia para evitar que Marruecos siguiera los pasos de países vecinos como Túnez, Egipto o Libia –donde regímenes autoritarios que llevaban décadas en el poder fueron derrocados. Gracias a las movilizaciones en las calles, el régimen marroquí elaboró una nueva Constitución, amplió las libertades políticas y los derechos civiles, aunque las actuales demandas de la GenZ212 demuestran que todavía falta mucho para que aquellas reformas se conviertan en una realidad palpable.
Fue durante su participación en el Hirak de 2017, las protestas sociales en la maltratada región del Rif, cuando Abouz confirmó que el Gobierno y la Casa Real marroquíes no estaban dispuestos a cumplir sus promesas. Las demandas de más inversiones sociales, con el reclamo de un hospital oncológico en la región rifeña, fueron sofocadas con violencia policial, redadas y arrestos masivos de la cúpula del movimiento y decenas de condenas de hasta 20 años de cárcel.
“Ahí fue cuando murió dentro de mí la esperanza de cambio. Lejos de mejorar, el sistema empeoraba, con cientos de compañeros en prisión o en el exilio”, reconoce. “He visto lo mismo ante cualquier crítica al sistema, ante cualquier manifestación artística o cultural contraria al discurso oficial, incluso en la prensa. Hay periodistas que están cumpliendo decenas de años de prisión después de publicar opiniones o informaciones críticas”.

Protestas de cara al Mundial de 2030
Miedo, censura y autocensura, dice, van de la mano en un país que se revuelve periódica e inevitablemente contra un régimen autoritario, violento y corrupto que, sin embargo, vende una imagen de prosperidad y progreso de cara al exterior. Hasta el punto de que será una e las sedes del Mundial de fútbol de 2030, junto a España y Portugal. Por eso la rapera confía en que las protestas resurjan y que más figuras públicas como ella se sumen al movimiento de los jóvenes “más allá de posts y mensajes en redes sociales”. “Internet puede ser el motor de la movilización por un cambio, pero donde se cambian las cosas es en las calles y en el espacio público”, defiende.
Sabe que no es fácil, que las consecuencias de una significación pública en Marruecos pueden afectar a una carrera personal, a la propia libertad o incluso a personas de tu entorno cercano; es consciente de que una opinión crítica puede dejarla fuera de festivales de música o de medios de comunicación en su país. Recuerda los numerosos casos de raperos marroquíes que han sido detenidos “por una canción, por una línea o, incluso, por una sola palabra en sus letras”. “Eso contribuye a un rap más frívolo, a una política de borreguismo que hace que los chavales prefieran escuchar temas de rap que fardan de cochazos y de culos y tetas antes que de política y de la realidad social en la que viven”.
Internet puede ser el motor de la movilización por un cambio, pero donde se cambian las cosas es en las calles y en el espacio público
“Mi estatus de artista conocida tiene privilegios, pero también responsabilidades ciudadanas, militantes y humanas. Yo puedo y debo elegir cómo usar mis altavoces: si para vender un producto falso sobre mi país o para ayudar y minimizar los daños que están sufriendo estos chavales. Lo mismo pueden hacer muchos otros artistas famosos”, asegura ‘Khtek’. “Claro que puedo sufrir una cancelación oficial, una censura o un boicot. Pero el dinero que pueda perder porque no me llamen de un festival no es nada comparado con los riesgos a los que se enfrentan cientos de chavales detenidos. Lo único que me asusta es poder ir a prisión o que haya represalias contra mi familia”.
“Este movimiento ha sido liderado por jóvenes, que son los que tienen el tiempo y la energía para ponerse al frente de las movilizaciones sociales y políticas. Pero estos chavales son la voz de todo el mundo, del resto de marroquíes que están contra la violencia, la marginalización social, la humillación y la represión”, concluye.

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