Faltan poco menos de dos años para las elecciones municipales de 2027 y, aunque podría parecer mucho tiempo, los partidos ya tienen puesta la vista en los comicios. Sobre todo aquellos que, como los Comuns, todavía no tienen un candidato. Después de la salida de la política de su líder en el Ayuntamiento de Barcelona , Janet Sanz, la formación ha empezado a buscar alcaldable y fijar su estrategia para unos comicios en que confían recuperarse de su traumática pérdida de la alcaldía en 2023.
A la renuncia de Sanz se suma la de quien fue líder del partido desde su formación y alcaldesa durante ocho años, Ada Colau, que abandonó su asiento como concejala en la oposición ahora hace un año. Aunque ella ha dicho por activa y por pasiva que se ha alejado de la política activa, nadie se atreve a descartar su regreso y, de hecho, el partido reformó el pasado fin de semana su código ético para permitir que la exalcaldesa pudiera volver a presentarse por cuarta vez a la alcaldía si así lo quisiera.
Los Comuns dejan todas las puertas abiertas. Tal y como reconocen fuentes de la Ejecutiva, “pasar de la alcaldía a la oposición dejó agotado al partido” y la falta de candidato no ayuda. “El liderazgo de Ada Colau fue la mayor fortaleza y, a la vez, la mayor debilidad del partido, porque cuando se va lo deja muy debilitado”, añaden.
Saben que pocos nombres estarán a la altura del de Colau. Por eso, han apostado por, primero, redibujar su estrategia en Barcelona y, después, escoger a un candidato o candidata. En el partido aseguran que inician ahora una discusión “abierta” con sus bases, pero en esencia se traduce en dos opciones: intentar seducir a votantes del PSC o reencontrarse con los movimientos sociales que les auparon a la alcaldía en 2015.
Ya en su primer Congreso, justo cuando se cumplían 10 años de la fundación del partido , los Comuns aprobaron una ponencia política en la que se decretaba la ruptura definitiva con el PSC después de meses de negociaciones fallidas para rubricar un pacto de gobierno en Barcelona. Durante esta primera mitad de legislatura, los Comuns han intentado hacer malabarismos para mantener vínculos en ambas zonas de influencia, tanto el centro copado por los socialistas, como la izquierda de los movimientos sociales. Pero esa estrategia no está dando los resultados esperados.
Entre el orden y las calles
Tras romper los puentes con los socialistas, los Comuns tienen que escoger. Por un lado podrían focalizarse en captar votos del que ahora es el partido de gobierno. “En 2015 [año de la primera candidatura de Ada Colau], el PSC sacó sus peores resultados y ha ido recuperando votos”, admiten desde la Ejecutiva.
Hace diez años, los socialistas pedieron casi el 50% de su apoyo y recolectaron menos de la mitad de votos que los Comuns. Esa distancia se acortó en 2019 y en 2023 Collboni se impuso por la mínima (342 votos) a Colau, lo que permitió al PSC cosechar un concejal más y apartar a los Comuns de la alcaldía.
Una de las opciones que barajan los Comuns es intentar recuperar esos votos perdidos que han ido a parar al PSC y, también, seducir a algun socialista histórico que se replantee su voto después de la alcaldía de Collboni. Pero eso supondría, necesariamente, rebajar el discurso que les vincula con los movimientos sociales y empezar a hacer suyas algunas de las preocupaciones de este aspecto ideológico, como la seguridad y la limpieza de las calles, dos temas en los que los de Colau nunca se han sentido del todo cómodos.
La alternativa es la opuesta y supondría renunciar a los votos más centristas y volver a acercarse a los movimientos sociales. A favor de esta hipótesis juega que la derrota de los Comuns 2023 se basó en sus retrocesos en barrios obreros como la Marina o en los distritos de rentas bajas de Horta-Guinardó y Nou Barris, donde con Colau arrasaron en 2015. En estas zonas, bajó la participación y el PSC recuperó parte del voto perdido.
La opción de reconectar con los movimientos sociales también permitiría algo que se intentó y no fue posible en 2015, como llegar a acuerdos con partidos de izquierdas que se han quedado sin representación, como la CUP, o incluso ceder un puesto destacado de la lista a una figura proveniente del activismo. En la sala de máquinas de los Comuns no esconden la cercanía con el Sindicat de Llogueteres.
Para volver a encandilar a estos votantes, el perfil del eventual candidato o candidata de los Comuns tendría que asemejarse al de Colau en 2015, esto es, un origen en los movimientos sociales y de militancia omnipresente por el derecho a la vivienda. En cambio, para acercarse al centro, necesitarían a alguien a más sobrio, con experiencia en cargos públicos y que combinara el discurso progresosta con la idea de orden que seduce a los votantes socialistas.
De Colau a Bob Pop
“El partido, en 2015, se crea con una suma de actores que ilusionaba. Por eso apostamos por un frente amplio de izquierdas. Pero tenemos que decidir contra quién y con quién”, apuntan fuentes de la Ejecutiva, que insisten en que el movimiento estratégico no se hará pensando en “dónde ir para ganar votos” sino en “mantener la coherencia”.
El candidato o candidata, insisten, será alguien que “pueda responder bien a la hipótesis que el partido decida que quiere llevar a cabo”. A pesar de que los Comuns aseguran que no comunicarán su apuesta oficial hasta que se convoquen las primarias -en una fecha sin definir pero seguro después de Navidades- ya empiezan a sonar algunos nombres.
Además de Colau, uno de los que suena con más fuerza es el de Gerardo Pisarello. Aunque el aludido guarda silencio, algunas fuentes señalan al profesor de derecho constitucional como un posible relevo, a pesar de que no tiene un asiento designado en el Ayuntamiento desde la primera legislatura de Colau, entre 2015 y 2019. Entonces trasladó su actividad a Madrid, donde se convirtió en diputado en el Congreso. También suena, aunque con menos contundencia, el nombre de Ernest Urtasun, actual ministro de Cultura en una legislatura que acabará un mes después de las elecciones municipales
A toda la sopa de nombres y posibles futuras apuestas en la porra, se ha sumado un nuevo actor, el televisivo Bob Pop, que anunció a principios de octubre su intención de presentarse a la alcaldía de Barcelona con los Comuns . Lo hizo por “sorpresa” y “sin avisar”, tal como afirmaron fuentes de los Comuns , que se enteraron de la decisión después de que la anunciara en su sección en la Cadena Ser. Sin previas conversaciones ni consultas con el partido.
Desde la Ejecutiva aseguran que “es muy positivo” que Bob Pop quiera dar un paso al frente y que cualquier “simpatizante” de la formación, sea o no militante, es bien recibido en las primarias. Ahora bien, insisten en que el candidato que defienda oficialmente el partido será aquel que “mejor defienda la hipótesis escogida”. Con todo, confirman que no vetarán a nadie, pero que “la militancia llegará a una conclusión y verá las candidaturas que no concuerdan”.
Una candidatura en tándem
La militancia de los Comuns no votará un solo nombre en las primarias, sino que la candidatura será en tándem. Dos personas, como mínimo una mujer, que liderarán la lista del partido. Esta figura, que fue aprobada en el Congreso que celebraron en verano, busca “huir de los hiperliderazgos” y es la primera vez que se usará para confeccionar los primeros puestos de la lista electoral. Pero es una fórmula que ha caracterizado al partido desde sus inicios.
La dupla se repite en su Ejecutiva y en órganos de gestión y se da porque, aunque el partido asegura que está libres de cuotas, siempre procura mantener una representación paritaria de sus dos esencias: tanto la de la extinta ICV como la de la órbita cercana a Colau. Urtasun forma parte de la primera y Pisarello de la segunda.
El tándem se puede ver en esferas como la coordinadora del partido, con Candela López (proveniente de ICV) y Gemma Tarafa (del círculo de Confianza de Colau); en la portavocía con Aina Vidal y Pisarello; en los responsables institucionales, con Urtasun y Jéssica Albiach; o en el área de organización, con Lídia Muñoz y Tània Corrons al frente. La misma Janet Sanz, que fue segunda de Colau, venía de las filas de ICV.

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