En un mundo que avanza a ritmo vertiginoso, hay lugares que parecen resistirse al paso del tiempo. Uno de ellos es Jeppener, un pequeño pueblo bonaerense que se presenta como la escapada ideal para quienes buscan una pausa sin alejarse demasiado de la Ciudad de Buenos Aires.

Ubicado a menos de dos horas de la Capital, este enclave del partido de Brandsen conserva intacta la esencia del interior argentino: calles de tierra, casas antiguas, aire puro y el sonido de los pájaros en lugar del ruido urbano.

Fundado en 1865 con la llegada del Ferrocarril Sud, que unía Constitución con el interior de la provincia, Jeppener mantiene viva la memoria de una época en la que el tren marcaba el pulso de la vida cotidiana. Hoy, su encanto radica precisamente en esa quietud que invita a detenerse, obser

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