A veces cuidamos el cabello con mimo —champús específicos, mascarillas semanales— y, sin embargo, seguimos usando el primer cepillo que encontramos. Lo pasamos por alto, pero de él depende más de lo que parece: cómo se distribuyen los aceites naturales, si el cuero cabelludo se estimula o se irrita, si el cabello se rompe o se fortalece... El cepillado es un gesto de tratamiento, no un mero trámite. Y cuando se hace con la herramienta adecuada, el cambio se nota.

Porque no todos los cepillos sirven para lo mismo. Los de cerdas naturales suelen ser ideales para cabello fino o medio, ya que reparten mejor los aceites y añaden brillo. Los de púas más firmes, en cambio, funcionan mejor en melenas gruesas o rizadas, donde se busca controlar el volumen sin dañar el cabello.

Entender esa

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