Había una vez un hombre pobre, cansado de luchar cada día por sobrevivir. Su vida era una sucesión de esfuerzos estériles , y su corazón anhelaba una oportunidad, una señal, algo que le permitiera cambiar su destino. Un día, impulsado por la desesperación —o tal vez por la esperanza— decidió embarcarse en un largo viaje hacia tierras lejanas, en busca de fortuna.

Pero el mar, impredecible como la vida misma, lo puso a prueba.

Una tormenta feroz azotó su barco hasta hacerlo pedazos , y las olas lo arrojaron, inconsciente, sobre la orilla de una isla desconocida.

Cuando abrió los ojos, lo primero que vio lo dejó sin aliento: la playa entera brillaba bajo el sol, cubierta de diamantes.

Con manos temblorosas, comenzó a recogerlos, llenando sus bolsillos, su camisa, todo lo que e

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