Hace unos días, ya en plena caza de supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico, lo que algunos califican de “ejecuciones extrajudiciales”, el vicepresidente J.D. Vance tuvo una respuesta para esos críticos.
“Me importa una mierda cómo lo llames”, respondió a la pregunta de que hay quien describe esas operaciones como “crímenes de guerra”.
Desde entonces, el hundimiento de embarcaciones de presuntos narcotraficantes, sin presentar prueba alguna, ha ido a más. Que se sepa, el balance hasta este sábado era de diez botes destruidos y 43 muertos. No se olvide que la condena en Estados Unidos por tráfico de drogas es de tiempo en prisión y no de pena capital.
La cuestión trasciende a esa crónica de sucesos. Donald Trump, el presidente pacificador, toca tambores de guerra, mientras su h

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