Lo contaba Gila como solo él sabía contar estas cosas. «Ibamos yo y cuatro amigos por la calle cuando vimos a un chaval de unos veinte añis que estaba pegándole una paliza terrible a un anciano de lo menos noventa años. Nos quedamos mirando y nos preguntamos ¿Nos metemos, no nos metemos? Nos metimos y no veas la paliza que le dimos al viejo entre los cinco». Parece una broma más de Gila, el que quedó mal fusilado, pero no tanto, igual no es ninguna broma. Sin ir más lejos, que hay que volver, la semana pasada anunciaron unos 'dinamarqueses' (o de más allá)que tienen una mina de oro en mi pueblo, que ya podemos ir agrandando las ventanas para meter los lingotes que nos van a tocar por cabeza. Y que pidamos precio por los pisos en el mismo centro de Madrid. Y de áticos. Será por oro. Salió e

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