En estos días otoñales en los que la radiante luz mediterránea comienza a mitigar la intensidad de su brillo, para ofrecer otra variedad de matices, que no por diferentes dejan de estar poseídos de singular belleza, de gamas y acentos, disponiendo el corazón a seguir en la línea de renovación que demanda la existencia, recibimos la noticia del fallecimiento de Narcisa Navarro Morales, una mujer de excepcional valía, una persona de mirada transparente, de comprometida andadura. Su testimonio, a lo largo de sus más de noventa años, deja una estela esplendorosa, tonalidades que invitan a impregnarse de su huella, bálsamo de comprensión, de esperanza, de superación, de confianza plena en la fuerza del evangelio. Con estos soportes ha forjado Narcisa su caminar, infundiendo fraternidad, irradia

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