Entre aromas de colmena y flamas que dan forma a la fe, Marco Antonio Garduño preserva un oficio que ilumina la historia e identidad de su familia

Las velas no sólo brindan luz; iluminan la memoria y la tradición de un oficio que se resiste a extinguirse. En el taller de Marco Antonio Garduño, ubicado en el municipio de Tenango del Valle, la cera adquiere alma, se amolda al calor de unas manos que desde hace décadas aprenden a dialogar con el fuego. 

Cerero de oficio y de corazón, ha dedicado su vida a dominar los movimientos que convierten la materia en símbolo, la flama en lenguaje, la cera en testimonio. 

Su talento ha cruzado fronteras, pero su orgullo permanece en casa, entre su esposa Hilda Camacho y sus hijos, con quienes comparte la herencia de más de un siglo de tradición famil

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