El cóctel formado entre la lluvia y el horario, combinado con el fuerte viento que sopló en la isla y, cómo no, el clásico entre Real Madrid y Barcelona que se disputa inmediatamente después, provocaron que Son Moix registrara la peor entrada no ya de la temporada, sino de todo el año . Muchos abonados prefirieron quedarse en sus domicilios, especialmente las familias con niños, y el resultado fue una grada desierta en los asientos descubiertos.

Todos los elementos se combinaron para formar una tormenta perfecta: el rival era un recién ascendido, el horario significaba adelantar o retrasar sensiblemente el almuerzo y la asistencia a Son Moix significaba perderse en el mejor de los casos la primera parte del clásico entre los dos grandes de la Liga. Ya el colmo fue la climatología. A la hora del partido llovió con mucha fuerza sobre Palma, lo que sin duda ayudó a los indecisos a tomar la decisión definitiva de quedarse en casa.

12.964 fueron finalmente los «valientes» que desafiaron a la climatología y, embutidos en chubasqueros y provistos de paraguas, no faltaron a su cita con el fútbol y acudieron al estadio de Son Moix para animar a su equipo en el importantísimo partido ante el Levante. Por fortuna la lluvia fue remitiendo a medida que avanzaban los minutos, aunque no dejó de caer durante todo el partido, convirtiendo la experiencia en muy incómodo, especialmente si no se ocupaba una localidad cubierta.