Sentir ira es una experiencia común y universal, con profundas raíces biológicas y sociales. Esta emoción, tan antigua como la humanidad, puede tener consecuencias negativas en la salud física y mental si no se gestiona de manera adecuada.

La ira no solo afecta el bienestar individual, sino que también puede desencadenar problemas sociales y de salud, desde conflictos interpersonales hasta un mayor riesgo de enfermedades cardíacas. Frente a este desafío, expertos internacionales han identificado seis estrategias prácticas y respaldadas científicamente para el control de la ira .

1- Reducir la excitación fisiológica que acompaña a la ira

Brad Bushman , profesor de comunicación en la Universidad Estatal de Ohio , explicó a la Revista Time que la creencia popular de “desahoga

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