Por Jael Itzcovitch – Directora y Mentora de Estim Groups

(www.estimgroups.com)

Hasta hace apenas cinco años, cuando se hablaba de la relación entre padres e hijos adultos -particularmente en familias empresarias o en la transmisión de valores y proyectos-, se utilizaba con frecuencia la palabra pacto. La idea era que existían dos partes con intereses distintos, que debían sentarse a negociar y llegar a un acuerdo.

Ese concepto implicaba cierta rigidez: un pacto es casi siempre un contrato, con condiciones, renuncias y compromisos. Funcionaba en un mundo más estable, donde el paso de una generación a otra se pensaba como una transición ordenada, casi previsible.

Hoy, en cambio, nos damos cuenta de que el mundo ha cambiado demasiado rápido y demasiado profundo como para que el viejo ‘pa

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