Desde hace días me persigue la palabra aventura. Salta una y otra vez en “El pez en el agua”, las memorias de Mario Vargas Llosa que releo a raíz de los homenajes que recibe en España el escritor peruano, un texto revelador en el que literatura y política se entreveran apasionadamente.

Pero también dice aventura la dedicatoria de Daniel Samoilovich, un amigo poeta que la estampó en un ejemplar de “Estética del error. Apuntes sobre arte y poesía”, su último libro, que envió desde Buenos Aires y reencuentro en mi biblioteca, poco después de su muerte.

En ese libro escribe “Samoilo” (cuya partida suena irreal todavía), sobre la poesía de Arnaldo Calveyra, que cada frase, cada momento, cada persona, animal y planta parecen ser en su obra ejemplares de una especie en extinción, “ parte de u

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