Chihuahua— Diana tenía nueve años y seis meses cuando le fue aplicada la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH); era una niña completamente sana, deportista –jugaba futbol–, estaba en el grupo de danza folclórica y llevaba una vida normal; sin embargo, todo cambió cuando acudió al IMSS y le pusieron la inyección que posteriormente le causó fuertes dolores hasta el punto de dejarla inmovilizada.

“Ella iba muy bien en la escuela, era muy destacada, y en la cartilla de vacunación pedían la vacuna del VPH; fue un viernes y no había tenido ninguna reacción con otras vacunas, ni temperatura, ni nada.

Ese día tuvo mucha fiebre, entre el sábado y domingo me decía que le dolían las piernas; el lunes continuó y ya no pudo asistir a la escuela”, recordó Carmen, madre de la víctima.

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