El 28 de octubre de 1965, durante el Concilio Vaticano II, se promulga Nostra Aetate. Un hito en lo relativo a las relaciones de la Iglesia con otras religiones, muy particularmente en la relación judeo- cristiana.

Se reconocen las raíces comunes. Esas que hoy citamos tan a menudo como una necesidad imperante, en un mundo azotado por prácticas que atentan a la esencia misma de nuestra concepción común acerca de Dios y la conducta humana. Vivimos un mundo difícil, con valores decadentes y mucho descaro. Esto requiere mucha acción de aquellos que tienen y se atribuyen la misión de Dios en la tierra.

Nostra Aeate es la base para un diálogo respetuoso entre católicos y judíos. Sentó los principios de la reconciliación necesaria entre los monoteístas originales. Respeto mutuo, colaboración. R

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