Una buena gobernanza no garantiza resultados inmediatos, pero sí asegura procesos. Y cuando los procesos son sólidos, los resultados tienden a serlo también.

Gustavo Tomé

En los últimos años, el término ESG (ambiental, social y de gobernanza) se convirtió en el nuevo estándar de corrección para cualquier empresa o inversionista. Hablar de sostenibilidad se volvió casi una obligación reputacional. Sin embargo, en esa carrera por parecer responsables, muchos olvidaron la esencia: el propósito de una inversión sostenible no es sumar puntos en una certificación, sino generar valor real y permanente. Publicidad

Durante un tiempo, los criterios ESG se adoptaron más como una retórica de pertenencia que como una práctica transformadora. Las empresas querían aparecer en los listados “verdes” o

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