De todas las instituciones que pueden -y deben- ayudar en carretera a los viajeros, no se hace una sola.

En la autopista a Ciudad Juarez, literalmente les vale madre que alguien se quede varado o tenga un accidente.

Y esto lo sé de cierto, como diría el gran poeta chiapaneco Jaime Sabines.

No es poco cosa que se reviente una llanta en la carretera, por el riesgo que implica y las dificultades para cambiarla.

Pero, ayer, nadie quería trabajar, y la rúa estaba más abandonada que un lote baldío.

A los soldados les hicieron señas de auxilio y se se limitaron a saludar con la mano en alto, tal vez pensando que eran los héroes que la gente espera.

Pero no se detuvieron.

Los miembros de la Policía Federal -o lo que queda de éstos- pasaron zumbando junto a los viajeros, valiéndole guilson l

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