El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva respondió con rapidez a la crisis desatada en Río de Janeiro tras un operativo policial que dejó al menos 64 muertos y 81 detenidos en las favelas de Penha y Alemão. En Brasilia, se convocó una reunión urgente para analizar la situación y definir las próximas medidas a tomar.

Esta intervención, que se convirtió en la más violenta en la historia reciente de Río, movilizó a 2.500 efectivos con el objetivo de capturar a los líderes del Comando Vermelho, una de las organizaciones criminales más poderosas del país. El operativo continúa en curso, por lo que las cifras de víctimas y arrestados podrían aumentar.

Durante los enfrentamientos, miembros del Comando Vermelho establecieron barricadas para frenar el avance policial, lo que generó combates armad

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