Como cantó Rocío Jurado, «La más grande», en su inmortal copla, «Se acabó el amor de tanto usarlo». Olé. Eso es lo que ha escenificado el fugitivo Carles Puigdemont tras la reunión con su cúpula directiva en Perpiñán. La decisión estaba tomada desde hace semanas, cuando algunos dirigentes de Junts filtraron la opción de la llamada «moción instrumental» y la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, le lanzó a Pedro Sánchez el aviso de que había llegado la hora del cambio.

Días antes de la reunión en la ciudad del sudeste francés, «El Puchi» había recibido en su mansión de Waterloo a varios dirigentes y, sobre todo, a muchos alcaldes de su partido altamente preocupados por los malos augurios electorales y la imparable subida de la lideresa de Aliança Catalana, Silvia Orriols.

Ello ha sido

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