Este sábado, el alto mando militar ruso anunció, como otras veces este año, que estaba a punto de asumir el control de la derruida población de Pokrovsk, provincia de Donest, en el sureste de Ucrania. Antes de la guerra, Pokrovsk contaba con 60.000 habitantes: hoy no quedan más de 1.500. Las tropas del presidente Vladimir Putin comenzaron a cercarla hace más de un año y, este verano, la marcaron como un objetivo central de su ofensiva. Pero en agosto, tras una avanzada de 17 kilómetros, cientos de soldados rusos terminaron en tierra de nadie, sin comida ni municiones, y muchos murieron o cayeron prisioneros.
La semana pasada, en Dobropilia, 20 kilómetros al norte de Pokrovsk, un esfuerzo de 22 tanques rusos por acelerar el avance se saldó con la destrucción de 9 de ellos, y la obligación

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