Las memorias de Juan Carlos I , publicadas en exclusiva en Francia por la editorial Stock y presentadas por el ex monarca en Abu Dabi, se publicarán la próxima semana. En la primera entrevista de la promoción de su libro, concedida a Le Figaro,   el Rey emérito expresa su deseo de r ecuperar una relación «armoniosa» con su hijo, el Rey Felipe VI, y de regresar a su «hogar» tras cinco años en Abu Dabi. Admite, además, que fue «un grave error» aceptar los 100 millones de dólares del rey saudí Abdulá y se reivindica como personaje para la historia : «¡La democracia española no cayó del cielo! La quise desde el principio».

El Rey emérito, que dice que preferiría que le llamaran Rey padre , de 87 años, recibe al periodista de Le Figaro y a otro de Le  Point en una lujosa villa de la isla de Nurai, cedida por el jeque Mohammed Ben Zayed . Aunque le cuesta levantarse tras operaciones de rodilla y cadera, cita a Clint Eastwood: «Cada mañana, dejo al viejo fuera», dice Le Figaro. Dice que ve poco a doña Sofía , al igual que a su hijo Felipe VI y a la mayoría de sus nietos, salvo a Felipe Juan Froilán, que vive con él en Abu Dabi.

Juan Carlos I Memorias

Dice que este aislamiento, lo eligió para proteger a su hijo: «Para ayudar a mi hijo, busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran encontrarme fácilmente». La dirección es secreta ; un periodista español fue encarcelado por las autoridades locales, y Juan Carlos intervino para liberarlo, asegura el rotativo francés.

Critica el «régimen de expulsión» impulsado por Felipe VI y agravado por el gobierno de Pedro Sánchez , que usa sus escándalos para desacreditar la monarquía, sostiene. Se pregunta por qué Sofía no lo visita, por qué la princesa Leonor no lo ve, o por qué el embajador español rehúsa estrecharle la mano.

Admite errores, y el precio que ha pagado por ellos, y recuerda que fue absuelto de todas las acusaciones: comisiones en cuentas suizas, acoso sexual y otros casos no prosperaron. Queda la caza en Botsuana, por la que se disculpó, y el donativo de 100 millones de dólares del rey saudí Abdulá , que Juan Carlos I admite que fue «un grave error» aceptar. Explica que era «la generosidad de un rey a otro», destinada a la Corona española, con recursos modestos de 8 millones de euros anuales, frente a los 100 millones de libras de los Windsor.

Nacido entre príncipes europeos destronados —amigos de Italia, Grecia, Francia y Bulgaria reunidos en Estoril—, Juan Carlos I relata en sus memorias, su llegada a España a los 10 años, su relación casi filial con Franco y sus pulsiones: «Tenía una brújula, pero ningún plan». Su padre le enseñó a aceptar la realidad al servicio de la democracia: «Debes hablar y escuchar a quienes discrepan contigo: eso es lo único que me repetía una y otra vez », asegura.

El libro, escrito en francés con Laurence Debray —autora de Mi rey caído —, es algo pionero, ya que ningún rey había publicado memorias para sus súbditos. Se publica primero en Francia; en España, en tres semanas.

En sus memorias, Juan Carlos I se reivindica para la Historia: «¡ La democracia española no cayó del cielo ! La quise desde el principio».  Añade: «Dudé en escribir este libro, pero poco a poco me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían la menor idea de Franco ni de la transición democrática que le siguió. Y, sin embargo, ¡los años setenta no han pasado tanto! Creí necesario dar testimonio directo de lo que viví durante treinta y nueve años de servicio a mi país».

Reivindica su papel  en la Transición, priorizando el compromiso para evitar la descomposición del país. Detalla contactos clave, como con Santiago Carrillo vía Ceaușescu en 1971: «No inicies una guerra civil tras la muerte de Franco, dame tiempo para legalizarte». Carrillo accedió, y el PCE se legalizó en 1977 . Al morir Carrillo en 2012, Juan Carlos visitó a su viuda.

Lamenta la pérdida del «espíritu de la Transición» : «Era una época en la que la izquierda, y especialmente el Partido Comunista, respetaban las instituciones del Estado… Lamento que cierto espíritu político, al que llaman ‘el espíritu de la Transición’, se haya perdido en detrimento de España y sus intereses».

Aborda el g olpe del 23F de 1981 , disipando acusaciones de doble juego. Describe «tres golpes»: el de Tejero, el de Armada —su amigo de 17 años que lo traicionó— y el de cargos franquistas. En una cena en el Elíseo con Vargas Llosa y Javier Cercas, rechaza simpatías golpistas: «Le dije: ‘¿Cómo puedes creer que yo estuve involucrado?’».

Sobre Franco dice: «¿ Para qué mentir si alguien me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?». «Durante dos años tuve todos los poderes. El poder de indultar o de firmar la pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en aquella época, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado».

Juan Carlos I critica en sus memorias la fragilidad borbónica: expulsados en 1808, 1868 y 1931, regresaron en 1814, 1875 y 1975. «Somos frágiles porque no llevamos mucho tiempo siendo una monarquía constitucional».

Subraya su lucha contra ETA y critica a Giscard d’Estaing   —«¡Era tan arrogante!»—, prefiriendo dar el Toisón de Oro a Sarkozy por su apoyo.

Niega un aventura con Lady Di  y abdicó en 2014 pese a objeciones de Isabel II: «¡Eso no se hace! Un rey muere con las botas puestas», dice que le dijo

«Me van a atacar, tengo que comprar un escudo», sonríe.