En el corazón de Windsor, el silencio del Royal Lodge —una mansión de 30 habitaciones donde el príncipe Andrés vivió por dos décadas junto a su exesposa Sarah Ferguson— se quebró. La Casa de Windsor enfrenta su propia “guerra civil”. El motivo: el rey Carlos III decidió ponerle fin al confort del príncipe caído en desgracia por su vínculo con Jeffrey Epstein.
Según trascendió, el monarca tenía previsto llegar personalmente a la propiedad para comunicarle a su hermano que debía abandonar la casa. Pero los helicópteros de la BBC sobrevolando la zona frenaron la escena. Carlos, agotado tras su viaje al Vaticano, prefirió retirarse. Buckingham temió que el escándalo se volviera incontrolable.
Nadie ignora la fragilidad del rey, quien atraviesa un cáncer que lo obliga a dosificar su energía.

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