En México, contar con título universitario o de posgrado no garantiza un mejor empleo ni estabilidad laboral . De hecho, mientras que 2.7% de personas que no terminaron la secundaria se encuentran desempleadas, en el caso de quienes cuentan con estudios superiores, este porcentaje sube al 4.3%, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Es un dato alarmante su consideramos que en otros países contar con un posgrado aumenta las posibilidades de acceder a mejores oportunidades laborales.
La consecuencia de esto es la fuga de cerebros. Tan solo en 2204, cerca de 12,500 profesionales con doctorado tuvieron que emigrar debido a que en el país no encontraron empleos acordes a su especialidad y nivel educativo. La cifra anterior de basa en un informe de resultados de 2024 del extinto Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (hoy Secretaría de Ciencia), citado por Expansión .
Una crisis que lleva años
En nuestro país, apenas el 2% de la población cuenta con estudios de posgrado. Como menciona Expansión , se trata de profesionales que han dedicado años (incluso décadas) a estudiar e investigar sobre temas de alto valor, como cáncer, economía, ciencias sociales, humanidades, migración, entre otros. A pesar de su potencial aporte al país, solo uno de cada cuatro posdoctorantes consigue un trabajo estable . Y es que aunque un título universitario puede ayudar a incrementar los ingresos, no garantiza estabilidad laboral.
No es un problema nuevo, en realidad los profesionistas e investigadores llevan décadas sufriendo el mismo mal. Tan solo entre 2015 y 2017, 866,000 mexicanos emigraron en busca mejores horizontes laborales, entre ellos " científicos, técnicos y personal altamente calificado ", según datos de la OCDE citados por El Economista .
Yendo más atrás, datos del censo de población de Estados Unidos y e l American Community Survey , citados por la Confederación Nacional de Profesionistas y Jóvenes de México (Conapro) señalan que, de 1999 a 2015, el número de migrantes mexicanos con estudios superiores y de posgrado viviendo en aquel país pasó de 114,552 a 442,960. El Colectivo de Investigadores por la Justicia Académica y Laboral lo tiene claro: esto representa una pérdida incluso para el propio gobierno mexicano , que costeó sus estudios de posgrado y ahora no puede beneficiarse de su talento especializado.

Más becas, menos empleos
Para atajar el problema, el extinto Conahcyt apostó por un incremento en las becas de estancias posdoctorales tanto en cantidad como en duración. Es decir, mientras que en 2020 los apoyos permitían realizar una investigación hasta por dos años, ahora es posible hacerla en un periodo de hasta cinco años. También creó el programa Cátedras Conacyt, que posteriormente fue renombrado Investigadoras e Investigadores por México (IIxM). Dicha iniciativa otorgaba plazas en instituciones académicas para proyectos de investigación hasta por 10 años .
El problema con dichos programas es que solo garantizan apoyo a un 48% de posdoctorantes en busca de empleo. Además, con cada nueva edición del programa IIxM se asignan menos vacantes. En total, solo existen 1,500 plazas autorizadas a través de ese programa. De estas, 1,200 están asignadas. Las 300 restantes no se han concursado porque carecen de respaldo presupuestal.

Para colmo, como advierte un artículo publicado recientemente en Nexos , los académicos que forman parte del IIxM deben enfrentar la creciente brucratización del programa . Denuncia, entre otras cosas, que los investigadores a menudos son asignados a meras tareas administrativas, pese a que las convocatorias buscaban perfiles especializados. Además, señala que en sus contratos individuales se refieren a los investigadores como " personal de confianza ", pese a que la en Ley Federal del Trabajo relaciona las funciones de investigación y docencia a la categoría de " personal de base ".
Otros problemas con las instituciones académicas receptoras del programa es que muchas no ofrecen a los académicos espacios ni recursos necesarios para desarrollar sus investigaciones, como laboratorios, bibliotecas y bases de datos especializadas, y en muchos casos, los miembros de IIxM cuenta con limitadas posibilidades para dar y dirigir clases. Esto también fue mencionado por miembros de Conapro a Expansión , quienes señalaron sufrir obstáculos para publicar trabajos, dar clases, asesorar tesis o participar en foros académicos.
Es un sistema donde, desgraciadamente, no cabemos todos y todas. Es bastante frustrante, pasa por el enojo, pasa por la desesperanza, porque finalmente es una pérdida. Es una pérdida de una vida profesional.
Historiadora miembro de Conapro.

Deben dedicarse a otras cosas para sobrevivir
Para muchos científicos, una opción es la docencia. Por desgracias, las universidades tampoco pueden ofrecer lugares suficientes y suelen pagar por hora, sin prestaciones y en esquemas que no reconocen antigüedad laboral. A esto se suma que en México no se invierte ni el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia y esto influye en los pocos lugares y recursos que se otorgan.
Otros deben conformarse con trabajos que no están relacionados ni con su área de formación ni con su nivel de estudios. Así, muchos deben vender cosas en Internet o trabajar como conductores en Uber. Y es que, como señala Merca 2.0 , el problema no radica en la educación en sí, sino en que en el país existen pocas oportunidades reales de empleo, lo que lleva a muchos profesionistas a buscar mejores oportunidades en un país donde sienten que sus esfuerzo sí es valorado.

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